lunes, 30 de noviembre de 2009

Hay un niño en la calle...

A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.

Le digo amor, me digo, recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
un oscura vergüenza, la historia, el tiempo,
diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores, asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Dónde andarán los niños que venian conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostíl ferozmente
cayó el Toto de frente con su poquita sangre,
con sus ropas de fe, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque sino es inutil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.

Importan dos maneras de concebir el mundo,
Una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra.

Cuando uno anda en los pueblos del país
o va en trenes por su geografía de silencio,
la patria
sale a mirar al hombre con los niños desnudos
y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre
que historia les concierne, qué lugar en el mapa,
porque uno Norte adentro y Sur adentro encuentra
la espalda escandalosa de las grandes ciudades
nutriéndose de trigo, vides, cañaverales
donde el azúcar sube como un junco en el aire,
uno encuentra la gente, los jornales escasos,
una sorda tarea de madres con horarios
y padres silenciosos molidos en la fábricas,
hay días que uno andando de madrugada encuentra
la intemperie dormida con un niño en los brazos.

Y uno recuerda nombres, anécdotas, señores
que en París han bebido
por la antigua belleza de Dios, sobre la balsa
en donde han sorprendido la soledad de frente
y la índole triste del hombre solitario,
en tanto, sus señoras, tienen angustia y cambian
de amantes esta noche, de médico esta tarde,
porque el tedio que llevan ya no cabe en el mundo
y ellos son los accionistas de los niños descalzos.

Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.

A esta hora, exactamente,
hay un niño creciendo.

Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie proteje esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle...

Armando Tejada Gómez



martes, 24 de noviembre de 2009

Unidos desde el Corazón


Unidos desde el Corazón


Sintiendo desde el corazón la UNIDAD será posible. Unidos amando. Amando unidos. Parece un trabalenguas… pero ahí está el alimento de nuestra tarea. Esta tarea es vivir amando, es amar como Jesús; y hacer presente el amor de Jesús es convencerse que nos necesitamos mutuamente.

Todos somos necesitados de amor (cariño, compañía, afectos… silencios); para ello es imprescindible: 1) dejarnos querer (apertura),2) quitarnos los miedos (trabas, traumas…), 3) ejercitar la confianza (creer en el otro) y 4) valentía (darse tiempo y voluntad). Cada una de esas ramas requieren de tiempo (paciencia) y tolerancia para que los nutrientes se desarrollen y crezcan. Todo fruto verdadero es consecuencia de un proceso que llega con uniones (de relaciones, suma de vivencias, hechos, acontecimientos…); llega con toma de conciencia (para elegir lo importante) y valoración de lo recibido (en cada una de nuestras experiencias).


El hombre sacia su estómago con el fruto de sus palabras:

cada uno sacia con lo que sale de sus labios Prov 18,20


Poner en el centro de nuestras actividades diarias que el AMOR es lo único que ilumina, es lo único que nos realiza en cada momento (durmiendo, comiendo, trabajando…). Este es el desafío y propuesta a concretar, ¡ojo! No significa que sea fácil, pero unidos es posible. Sentido de pertenencia e identidad nos conducirá a servirnos y querernos con humildad.


“Siento la urgente necesidad de realizar un estilo de vida

que sea manantial de plegaria

en la soledad del silencio,

un hogar de comunidad religiosa apostólica eucarística,

un testimonio de trabajo manual,

de pobreza en el servicio"

Tarcisio


Construir un grupo, una familia, una comunidad de vida y amor (será nuestro ideal para los demás… para los niños y los suyos/los nuestros).


¡¡¡En Jesús, María y José Gran Abrazo y GRACIAS!!!

  Agradecemos de corazón, la nota y visita de la Fundación grupo América. En la asociación Tarcisio se comparte la vida en todos sus se...